Esta es una leyenda china que ha inspirado los corazones de los más valientes a lo largo de los siglos.
Hace muchos años, en un tiempo antes de
la historia, una numerosa escuela de peces koi nadaba por el río
Amarillo. Los colores de sus musculosos cuerpos brillaban con la luz del
sol, como un millón de joyas vivientes.
Todo iba bien hasta que los peces
alcanzaron una cascada. Muchos de ellos se asustaron; pensaron que sería
más fácil fluir con la corriente del río y no arriesgar sus bellas
escamas por subir la montaña. Sin embargo, un grupo de tan solo 360 koi
se quedó, listo para enfrentar la cascada desconocida y conocer la cima.
Saltando con todas sus fuerzas, cada koi se esforzó por llegar a la
cumbre de las cataratas. Una y otra vez, sus cuerpos se lanzaban al aire
solo para golpearse contra el agua helada.
Todo este chapoteo llamó la atención de
unos demonios, que se reían cruelmente de la lucha infructuosa que
libraban los koi. Agregando a su miseria, los demonios sádicamente
emplearon la magia para aumentar la altura de las cataratas. Aun así,
estos koi fueron valerosos. Sin inmutarse, el koi redoblaron sus
esfuerzos minuto a minuto, hasta que transcurrieron cien años. Al final,
con un salto heroico, un pequeño koi alcanzó la cima de las cataratas.
El espíritu del cielo sonrió en señal de aprobación y transformó el koi
agotado en un dragón de oro brillante.
Él pasa sus días alegremente,
persiguiendo las perlas de la sabiduría a través de los cielos vastos y
eternos. Desde entonces, siempre que otro koi encuentra la fuerza y el
coraje para saltar las cataratas se ve convertido en un dragón
celestial. Las cataratas hoy en día se conocen como La Puerta del Dragón
y, debido a su resistencia y perseverancia, los peces koi se han
convertido en símbolo de la superación y el cumplimiento de el propio
destino.
Así como este valiente pez, convertido
en un radiante dragón, halló la fuerza en sí mismo para alcanzar sus
metas, todos debemos reconocer nuestra capacidad para forjar el destino.
Nuestra recompensa es la felicidad, prudentemente dotada de sabiduría.
Esta es la lección que lleva Alejandro
en la piel. Siendo un sobreviviente a la enfermedad renal, él ha
encarado aquela adversidad que consume las esperanzas de los más débiles
y los arrastra río abajo. El pez koi y su forma de glorioso dragón
cubren la espalda de Alejandro para recordarle que la vida es una
recompensa que sólo aquellos que saben luchar y perseverar merecen
disfrutar a plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario